Voy a contaros qué tal nos fue el hacer la masa de porcelana fría entre mi pareja (Megrez) y yo. ¡Qué tarde más divertida pasamos!
Ya os he contado que el pasado domingo 18 de octubre quedé con unas cuantas de las asistentes al curso de Porclana Fría que nos va a dar Geraldine Gabasa el próximo domingo 25 de octubre en mi piso. Y que quedamos para hacer las masas entre todas.
Bien. Pues quedamos por la mañana, pero al final no pudimos terminar todos los kilos que necesitamos en total para el curso. Así que por la tarde le pregunté a Megrez si le apetecía ayudarme a hacer otro medio kilo, y él, que le encanta aprender cosas nuevas y que también se ha pegado unas buenas carreras para comprar los materiales (sobre los que os hablaré en otro artículo), se apuntó. Así que....
Sacamos todos los ingredientes y los ponemos encima de la mesa de la cocina; Marco un par de vasos de plástico con 250 ml de agua para usarlos para la cola de carpintero y para la maicena; Sacamos el cacharro donde vamos a mezclar los ingredientes y la cuchara de madera, pero ésta tenía el mando redondo y delgado. ¡Agh!; Buscamos otra cuchara de madera con el mango ancho y plano... ¡y la encontramos!; Empezamos a medir y a echar los ingredientes en el cacharro de teflón, y aquí viene lo primero de la tarde:
Megrez: "Pero... ¿no podrían haber puesto en la receta el peso exacto de cada uno de los ingredientes y dejarse de tanta taza y tanta cucharada y tanta cucharadita? ¡Joe! Si es que sólo me falta que me pongan pizcas como unidad de medida."
Jajajajajaja. Yo me partía de risa. Es lo mismo que le pasa cuando pregunta por una receta y quien se la está contando le empieza a dar medidas de pizcas, chorritos y miajas. ¡Se pone de los nervios! Jajajajaja.
Sigo: Conseguimos echarlos todos y empieza él a remover y a integrar los ingredientes; Se queda más o menos líquido (tipo líquido-pastoso-como-relleno-de-croquetas-superespeso) y lo ponemos al fuego; 'Peleilla' por lo caliente que tenemos que poner el fogón. Al final empezamos con muy poquito calor y fuimos subiendo un pelín hasta que notamos que el cacharro se empezaba a poner caliente; Cambiamos un par de veces para remover porque aunque hicimos sólo una receta (medio kilo de masa), yo andaba cansadilla de la palicilla de la mañana y él andaba con la mano un poco mal; Una vez hecha, según nuestro criterio, la sacamos del fuego y Megrez empieza a amasar. Le gusta tanto lo de amasar (deberíais verle con barro en las manos. ¡Como un niño chico! Je, je) que tengo que robarle un cachito para poder hacer yo algo. Es que también me gusta amasar. Je, je, je. Y mientras tanto él venga a darle vueltas a la cocorota...
Terminamos, y como eso de trabajar tanto a lo tonto no es para él, al ratito, mientras guardaba la masa en la nevera me apareció con un superinvento para que de vueltas por nosotros. Ja, ja, ja, ja, ja, ja. Nada más verlo le dije que semejante 'invento' merece otro artículo, así que la siguiente vez que nos pongamos a hacer masa, que será antes del viernes, haré fotos y un superreportaje de las invenciones de mi chico.
Nos lo pasamos genial: el me llamó mandona y yo le llamé cabezota, pero siempre con cariño y nunca con mal humor. Y si alguno de vosotros, chicos, leeis este artículo seguro que pensais lo mismo que Megrez: ¿Y los pesos de los ingredientes? Je, je, je.
Besotes.
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